"La dificultad no debe ser un motivo para desistir sino un estímulo para continuar"

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28 El intruso

EL INTRUSO El primero en advertir, fue Pastito quien desde el suelo, todo lo veía. Observaba cómo, el intruso crecía, desde que el pequeño, parecía chiquito. Para tal acción, Llevaba varios días, con altura, mayor a la Rosa altiva. Era bello, perfumado, muy elegante, mostrando soberbia, al instante. El Pastito celoso, quiso invadir su tallo mas el nardo, atento y sagaz, bajó sus hojas, haciéndose cargo, dejando tierra, en base fuerte y capaz. Las margaritas preguntaron, a otros de la floresta, quién era el nuevo caballero, que se pronunciaba. Otro nardo contestó, como flor molesta: tratábase de un intruso, que no se anunciaba. Alelí, margaritas y Portulaca, lo encararon exigentes, que se presentara. El Nardo erguido y seguro, mantúvose como estaca, nada le interesaba, buscaba algo que encantara. La brisa suave, del atardecer, giró impregnando, con intenso aroma el edén. Distraída, la Rosa pensaba en su querer, llamando la atención del nuevo, pleno de desdén. Cuando descubrió, semejante inusual belleza, pegó un brinco, de emoción enloquecida. Se le acercó vacilante, ante la sorpresa, de la Rosa, quien encontrábase desprevenida. Enseguida, le habló de amores, enrojeciendo más, la corola de terciopelo. Su aroma de emoción, se destacaba de otras flores… sorprendida, vio del Nardo, demasiado anhelo. El Pastito molesto, pensó en futura conveniencia: si la Rosa, aceptaba al nardo, se evitarían de peucoalhué, su presencia, y le daría él por pareja, a la flor del Cardo. Jamás creyó, que existiera la fidelidad, y fue sorpresa, la actitud de la Rosa. Le sorprendió, aquélla cosa, viendo perdida, su vil finalidad. La Rosa, ante tanta insistencia, mostró espinas, amenazas al ataque. ”BRAVA resultó”, pensó ante la evidencia, el Pastito, observando tal empaque. Ante la molestia, polen oloroso, emanaba por los aires, embriagando a las aves. humillado el nardo, quedóse con enojo, mientras un aroma intenso, viajaba como nave. Peucoalhué, quien en misión estaba, percibió de inmediato, el peculiar aroma. Sabía que tal perfume, peligro significaba, emprendiendo veloz vuelo, arrasando con palomas. Cuando llegó presto, al jardín, buscó desesperado, su rojo carmín. no la hallaba, por estar escondida… no queriendo, persistir exhibida. Las margaritas, de inmediato dieron aviso, a peucoalhué, de su Rosa el lugar. Contaron lo sucedido, y cómo ella no quiso, el acoso, del nardo peculiar. Furioso el halcón, buscó a la nueva flor, para darle pronto, una tunda de lección. Salieron en defensa, los nardos del vergel, explicando que al nuevo, este amor, le quedaba por conocer. Las margaritas avisaron a la Rosa escondida, que su amado, había llegado. Feliz y erguida, buscó presumida, a Peucoalhué, quien ya la había encontrado. Ambos se fundieron, en intenso abrazo, sorprendiendo al Nardo, por un amor desconocido. El halcón acarició, cada pétalo en su regazo, temblando en besos, los dos enloquecidos. El Nardo por fin, comprendió, que esa belleza, era inalcanzable. Miró al cielo, y la vio, a la torcacita, acercándose amable. Todos en el jardín, se miraron, unos a otros, muy sorprendidos. “Otra vez”, dijeron advertidos, flor y ave… ¡comprometidos! Renée Escape 2020-

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